Carlos Rodriguez, Manejo

Efectos de episodios climatológicos extremos en terneros en fase de cebo

Cuando hablamos de engorde de un animal para su sacrificio y posterior aprovechamiento comercial, normalmente el ganadero busca un equilibrio entre la velocidad de crecimiento, es decir, el peso ganado diariamente, el índice de conversión o la relación entre el alimento ingerido y el peso ganado, y por supuesto el bienestar animal. Ya que, a estas alturas, todos los profesionales del sector saben que un animal bien cuidado, ganará más peso que un animal que tenga cualquier tipo de patología, o problema relacionado con su confort, como es la temperatura ambiental, humedad relativa, renovación del aire, estado de la cama, densidad de animales, etc.

No debemos olvidar, que al igual que una vaca para quedarse preñada ha de tener sus necesidades básicas perfectamente cubiertas en cuanto a alimentación, sanidad y manejo, y por tanto, en cierta medida la gestación es un proceso muy exigente que solo llegará a buen puerto, cuando estén satisfechas el resto de necesidades basales, en la misma medida, la ganancia de peso en un ternero solo se expresará en su máxima magnitud teniendo en cuenta la genética del animal y el efecto individuo, cuando además de que el manejo y la alimentación sean adecuados, las condiciones ambientales también lo sean.

¿Cómo ha afectado la borrasca Filomena a los terneros?

El episodio extremo que hemos vivido con la borrasca Filomena, apenas habrá modificado el hábito y comportamiento de algunos ganaderos, puesto que anualmente en mayor o menor medida sufren estas inclemencias y optimizan el manejo y las instalaciones para minimizar el impacto negativo que tiene la nieve o el frío extremo sobre el crecimiento de los terneros que están en las fases críticas del cebo. Lo que obviamente penalizará es el aporte necesario de alimento que no va a poder suministrar el hábitat donde se desarrollen.

Sin embargo, otras muchas explotaciones no solo de vacuno de carne sino de otras producciones, van a ver como durante un tiempo, la ganancia de peso y por tanto la rentabilidad de la explotación no es la deseada, y en algunos casos, por un inadecuado diseño de los alojamientos ganaderos, una mala elección de materiales, o algo tan sencillo de haber remediado en su día como la orientación de las instalaciones.

Datos a tener en cuenta para el bienestar del ganado ante episodios climatológicos extremos

Cuando ocurre un episodio climatológico extremo, tanto de frío como de calor, debemos tener en cuenta algunos de estos aspectos que pueden afectar al ganado:

  • Un edificio ganadero será confortable y por tanto nos ayudará a conseguir los objetivos económicos medios de la raza y sistema que estemos explotando, si la humedad y la temperatura son las adecuadas.
  • El confort térmico de los animales es clave para lograr su bienestar y por tanto su adecuado crecimiento y para ello hay dos variables que son claves: la calefacción/refrigeración y la ventilación.
  • En general es bien sabido que el vacuno prefiere más bien temperaturas frescas si bien dependiendo de la zona, nos podemos encontrar razas muy resistentes a altas temperaturas, pero si de lo que se trata es de ganar kilos, no confundamos estar adaptado al medio, con una adecuada rentabilidad, ya que esta se consigue con una elevada velocidad de crecimiento y un bajo índice de conversión.

  • Durante las 4-5 primeras semanas de la vida del ternero, el rango de confort térmico se logra entre los 12 y 16 ºC. A medida que el ternero va creciendo disminuye la temperatura mínima por debajo de la cual, ésta supone un problema de confort, llegando a los 4-6ºC para un ternero de unos 230 kg de peso.
  • Realmente, el ternero es mucho más sensible a temperaturas altas, ya que a partir solo de 20-22º, empieza a estar fuera de su rango óptimo de temperatura, y suele ser de hecho uno de los problemas principales en la época estival, sobre todo en la España seca.
  • Por otro lado, la humedad relativa no debería sobrepasar el 75-80 % en los diferentes estadíos de desarrollo del ternero.

En muchas ocasiones es difícil equilibrar todos los factores que son necesarios ajustar, como es la ventilación, temperatura y humedad relativa. Por ejemplo, en los casos de extremo frío donde podemos llegar a los -10 ºC o incluso temperaturas más frías, es necesario por un lado ventilar el alojamiento para eliminar el gran número de gases nocivos que se producen en el interior como el metano, el NH3 o el CO2, lo que bajará drásticamente la temperatura del alojamiento. Por esto es tan importante, no solo la elección de la ubicación de las instalaciones, sino el diseño arquitectónico de estas para minimizar el efecto de episodios tan drásticos como una ola de frío o de calor.

¿Qué podemos sacar de todo esto?

Hay aspectos como la base genética que una vez decidida tiene un impacto directo en nuestras producciones y si queremos cambiar o modificar dicha base, al ser un ciclo medio, no es tan inmediato pero es posible.

Un caso más problemático es el alojamiento ganadero que como se ha mencionado, incide directamente en la productividad de la explotación y por tanto en su viabilidad a largo plazo.

Puede ser el momento de valorar un nuevo alojamiento si sospechamos que este nos da problemas, y si por motivos económicos no es viable en el corto plazo, sí realizar algunas modificaciones (materiales, aberturas, compartimentaciones entre animales, instalación de puntos de calor, …) que mejoren el bienestar de los animales.

En cualquier caso, existe mucha bibliografía y técnicos especializados que pueden aconsejar sobre este tema concreto ya que, quizás siempre estemos pensando en aspectos como la raza y su conformación, o sobre la composición del pienso óptimo, pero a veces pasa a un segundo plano un aspecto que impacta todos los días también en la rentabilidad.

Actualmente se ha mejorado de forma sustancial en la construcción de alojamientos y se tienen en cuenta normalmente múltiples variables, pero los alojamientos construidos hace muchas décadas pueden presentar cierta obsolescencia y cuya sustitución no debemos verla como un gasto sino como una inversión.

Por lo tanto, un mal diseño, una orientación no óptima, una distribución interna del alojamiento adecuado, impacta de forma silenciosa y negativa. Si hiciéramos el difícil ejercicio de valorar los kilos no depuestos por animal por alguna de estas causas, por el número de animales producidos al año y los años de vida de la explotación, quizás, debiéramos preguntarnos, si la inversión más lógica es mejorar nuestros alojamientos ganaderos, o al menos, evaluar su estado y valorar distintas alternativas para el futuro.