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Características y prevalencia de Mycoplasma bovis en el ganado: papel en la ERB

Promueve el cambio frente a Mycoplasma bovis

Mycoplasma bovis es una bacteria de la clase Mollicutes, un grupo de bacterias caracterizadas por carecer de pared celular y presentar en su lugar una compleja membrana plasmástica. Son bacterias de muy pequeño tamaño y con un genoma de tan solo 0.58 a 2.2 megabases. Consecuencia de este pequeño genoma, tienen poca capacidad biosintética y tienen que establecer una asociación muy estrecha con las células del hospedador para obtener los factores nutritivos y de crecimiento necesarios para su supervivencia y multiplicación. Debido a ello, los micoplasmas van a inducir una amplia gama de procesos inmunomoduladores por un efecto directo sobre macrófagos, neutrófilos y linfocitos y de forma indirecta induciendo además la secreción de citoquinas.

Al carecer de pared celular, Mycoplasma bovis es resistente de forma natural a todos los antibióticos beta-lactámicos y glucopéptidos. También, al obtener las purinas y pirimidinas a partir de las células del hospedador son intrínsecamente resistentes a las sulfonamidas y trimetoprim. Por último, las polimixinas, ácido nalidíxico, rifampicina y lincomicina tampoco son útiles para el tratamiento de la infección por M. bovis.

A pesar de que hay numerosas investigaciones sobre diferentes aspectos de Mycoplasma bovis, no hay consenso acerca de su papel como patógeno primario en la enfermedad respiratoria bovina. Esto se debe principalmente a que en algunos casos se ha aislado de las fosas nasales de hasta un 50% de los terneros de cebo sanos en el momento de la llegada al cebadero, pasando a aislarse prácticamente del 100% de los terneros a los doce días. Además, Mycoplasma bovis se ha aislado en algunos estudios hasta en un 45% de pulmones sin lesiones macroscópicas ni histológicas.

Estudio clínico sobre la virulencia de Mycoplasma bovis y sus diferencias patológicas

Recientemente se ha realizado un estudio para determinar los signos clínicos y las lesiones asociados a cada virus y bacteria implicada en la ERB mediante la inoculación de cada uno de ellos en terneros libres del resto de los patógenos. El estudio se realizó en dos fases: fase piloto y fase optimizada.

En la fase piloto, los animales inoculados con M. bovis no mostraron signos clínicos, se sacrificaron a los 7 días y en la necropsia no se observaron lesiones macroscópicas ni histológicas a pesar de que se aisló M. bovis del pulmón de todos los animales inoculados

Esto llevo a utilizar en la fase optimizada una cepa diferente y a prolongar el tiempo de observación hasta los 15 días. En este caso, se detectó fiebre desde el día siguiente al desafío, alcanzando el pico máximo a los 4-5 días y bajando la temperatura por debajo de 40º C hacia los 8 días. Los signos clínicos típicos de descarga nasal y ocular, tos espontánea o inducida, aumento de la frecuencia respiratoria, ruidos pulmonares, disnea… se observaron el primer día postinoculación, alcanzando su máxima severidad el segundo día y, a diferencia de los animales inoculados con Mannheimia haemolytica o Pasteurella multocida, no se resolvieron en los 15 días que duró el periodo de observación. En la necropsia, se aisló M. bovis a partir de los pulmones de todos los animales inoculados y en los pulmones se observaron macroscópicamente regiones focales de consolidación asociadas a bronquitis con exudado luminal e histológicamente bronquiolitis necro-supurativa obliterante con hiperplasia linfoide.

Estos hechos probablemente indiquen que hay cepas con marcadas diferencias en su virulencia, pudiendo actuar unas como patógeno primario y otras como agente secundario. En general, se considera que Mycoplasma bovis está ligado sobre todo al aumento de la morbilidad (animales que tienen que ser tratados) y a daños en el epitelio del aparato respiratorio que facilitan la entrada de otros patógenos. Por otro lado, un segundo aspecto es que independientemente de que actúen como agente primario o secundario, una vez que se desarrolla la infección, el proceso tiende a cronificarse.

Persistencia de Mycoplasma bovis: producción de biofilm

Los biofilms se pueden definir como bacterias sésiles que se unen a un sustrato o unas a otras y que se rodean por una matriz extracelular que contiene proteínas, lípidos y polisacáridos. La formación de biofilm puede tener lugar tanto en el aparato respiratorio como en el ambiente o fuera del hospedador.

Estos biofilms contienen estructuras en forma de torre donde las células forman paquetes muy densos, los cuales están atravesados por canales que suelen contener lípidos y polisacáridos. Cuando se ha analizado la respuesta inmune, se han detectado anticuerpos frente epítopos de las proteínas Vsps en la superficie de estas estructuras en forma de torre, pero no en las regiones internas. Esto sugiere que al formar los micoplasmas y los otros compuestos paquetes tan densos, los anticuerpos no pueden penetrar y actuar frente a los micoplasmas situados en su interior. Debido a las variaciones en las Vsps, en el biofilm se pueden producir células no adherentes o con Vsps de larga longitud, algunas de las cuales se desligan del biofilm y establecen otros focos de infección.

La formación de biofilm es más resistente a los agentes antimicrobianos por varias razones. En primer lugar, a no ser que el tratamiento se inicie muy temprano, los micoplasmas comienzan el desarrollo del biofilm y en estas estructuras, ralentizan su metabolismo y se multiplican más lentamente. Esto hace que los antibióticos que requieren altas tasa de crecimiento pierdan parte de su eficacia. En segundo lugar, el biofilm reduce la difusión de algunos antibióticos. Por último, estas estructuras también protegen frente a los péptidos antimicrobianos que producen algunas bacterias de la microbiota del aparato respiratorio.

Fuera del hospedador, estas formaciones son responsables de la persistencia de M. bovis en el ambiente. Así, se ha visto que proporcionan resistencia parcial a temperaturas de 50º C y desecación, recuperándose micoplasmas viables después de 40 horas a dicha temperatura o tras 32 horas en desecación. Asimismo, son resistentes a biocidas como el triclosan.

Impacto económico de la infección por Mycoplasma bovis

terneros en cebadero libres de mycoplasma bovis

Los datos acerca del impacto económico son limitados y difíciles de calcular debido a que en la mayor parte de los brotes de ERB no interviene únicamente M. bovis, sino que están implicados diferentes virus y otras bacterias. Así, M. bovis puede predisponer a la infección por otros virus y bacterias y viceversa. Las pérdidas van asociadas a la morbilidad o porcentaje de animales que enferman y serían consecuencia de las bajas, gastos veterinarios, coste de los productos empleados en los tratamientos, tiempo empleado en el manejo y tratamiento de los animales, así como a la disminución del desarrollo (menor ganancia media diaria, retrasos, empeoramiento de los índices de conversión…) de los terneros/as. Así, los terneros que se infectan pueden llegar a sufrir una reducción del 8% en la ganancia de peso necesitando el doble de antibióticos que los terneros no infectados y se han descrito brotes con una mortalidad de hasta el 30%.

· Estudios realizados en Estados Unidos concluyen que la infección por M. bovis supone unas pérdidas de 32 millones de dólares anuales en el sector de vacuno de carne.

· En el Reino Unido, se calcula que M. bovis es responsable de al menos una cuarta parte de las pérdidas debidas a la ERB.

· En España y basándonos en los cálculos realizados por Sanmiguel JM, las perdidas ascenderían a 16,1 € por animal en el caso de novillas de reposición en explotaciones con brotes de ERB no agudos con un 30 % de animales afectados y mortalidades por debajo del 5 % y en el caso de cebaderos a 18,5 € por animal en el caso de animales que hayan presentado sintomatología respiratoria.

 

Las pérdidas asociadas a la infección por Mycoplasma bovis serían mayores que las producidas por otros patógenos implicados en la ERB debido a que la enfermedad tiende a ser crónica, debilitante y responder mal a la terapia. Como consecuencia, el veterinario tiende a realizar un nuevo tratamiento bien con el mismo u otro antibiótico. Cuando esto sucede, se ha estimado que la ganancia por animal cebado es de 37.31 € menos en los terneros que tienen que recibir un tratamiento; 53,57 € en los que reciben dos tratamientos y de 268 € menos en los que reciben tres tratamientos, cuando se comparan con los terneros que no se trataron.

Si quieres ampliar información sobre Mycoplasma bovis, consulta otros artículos en nuestro blog.

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